El viaje se tradujo en 5 días en un albergue, 3 días soleados y 2 de lluvia. En el albergue nos reuníamos los integrantes del club de montaña de Tolouse y los españoles, Alba y yo, que nos organizábamos por grupos para hacer la comida, recoger… Todo eso nos unió a nuestros compañeros franceses, creando amistades que no nos esperábamos.
Por suerte para nosotros, había varias personas que hablaban un poco el castellano, por lo que pudimos entender y aprender numerosas técnicas de escalada, que hasta ese momento no sabíamos.
Después de un primer día de escalada deportiva y convivencia, nos prepararon para nuestros primeros retos, la escalada clásica y de largos. El segundo día nos trasladamos a un sector de poca dificultad, donde la roca era de granito. Allí, el instructor Christian, también llamado “Bibi”, nos enseñó cómo utilizar los friends, empotradores, aliens, y demás aparatejos, de forma muy controlada y segura. Siempre había pensado que la clásica no era lo mío, pero después de superar mis miedos con estos utensilios, fue bastante divertido y me sentí razonablemente seguro.
Poco después, aprendimos las técnicas necesarias utilizando el reverso para rappelar, y utilizarlos después para realizar rutas de varios largos, “multipich”. Ésta fue la preparación para el premio final.
Tres largos decían… Nuestra primera aventura de largos fueron finalmente siete. Es una modalidad muy exigente, en la que hace falta mucha resistencia tanto física como psíquica. Y eso lo comprobamos Alba y yo… recogiendo la cuerda largo tras largo, haciendo vías con alejes de hasta 10 m entre chapa y chapa, porque era muy fácil subir, claro. Ten suerte de que no se te resbale un pié… En fin, tiene su encanto, tanto, que me apunté al día siguiente para realizar una ruta más difícil. El proyecto era una vía de 5 largos, con una dificultad de hasta 6c+ en placas francesas…
Llegó el último día, nos plantamos en la base de esa imponente pared…y comenzó a llover. La lluvia me robó la ilusión del momento, pero también un sentimiento de alivio me invadió, al no tener que realizar semejante proeza. El plan B, un impresionante rocódromo, que no tenía nada que envidiar a los mejores de España… ¡¡como se lo montan estos franceses!!
En conclusión, una gran aventura que nos aporta conocimientos y experiencias para recordar con orgullo, y un viaje en el que ganamos nuevas amistades de otras partes del mundo. De hecho, ya tengo invitaciones para volver a Toulouse cuando guste… ¡¡el futuro promete!!.